miércoles, 2 de diciembre de 2015

Antropología en la cocina

Este año de 2015, conversando con un colega dedicado a los estudios sobre la comida, me confesaba que encontraba el espacio de la cocina como un tema poco interesante desde la antropología. Esto me pareció sorprendente, ya que en la antropología contemporánea no es posible entender ningún espacio como carente de interés. Todos los espacios se encuentran definidos por el mundo que los rodea, y contribuyen a su definición. Sin embargo, es importante reconocer que la mayor parte de los antropólogos con formación “tradicional” consideran injustificadamente la antropología de la comida y del espacio de lo culinario como temas banales. Por lo general esto se explica por un entrenamiento que ha llevado a pensar en términos de oposiciones excluyentes, y a la certeza de que existen espacios auto-contenidos y cerrados. Por ejemplo, el mundo de la cocina es femenino y excluye a los hombres y el mundo de la producción o el de la política son masculinos y la mujer no se adapta bien a ellos. En la cocina la mujer se encuentra encerrada realizando tareas triviales, poco interesantes, cuyo único propósito es el de producir una comida que consumirán sus familiares. En cambio, fuera de la cocina se encuentran los ámbitos de la producción, de los mercados y del consumo. Los hombres dedicados a cultivar y a vender en mercados, y los sujetos consumidores que demuestran su poder comprando bienes de distinto tipo, incluyendo aquellos comestibles. Sin embargo, debería ser evidente, sólo por el tipo de ingredientes que se utilizan en la cocina, que las formas en las que lo global afecta las prácticas localizadas del espacio de la cocina.


 Mostrador con ingredientes, Supermercado de Mérida, 2015

Es importante reconocer que estas oposiciones y separaciones son artificiales. A veces uno piensa que la modernidad y la tradición son excluyentes, pero si examinamos cuidadosamente las prácticas y manifestaciones “tradicionales” encontramos que contienen elementos de la modernidad y viceversa: lo moderno contiene valores, significados y prácticas tradicionales. La cocina puede en distintos momentos convertirse en espacio público, y lo público puede, según el contexto, convertirse en un espacio con características privadas. Más allá de esta observación, los antropólogos y antropólogas del siglo veintiuno debemos de reconocer que la cocina es un espacio privilegiado para el análisis antropológico. En ella convergen fuerzas de la globalización económica, política, cultural, y social. En las prácticas culinarias encontramos expresiones de formas de subjetividad marcadas por el género, la etnia, la religión, la edad, y por valores y significados culturales en general. Así la cocina “tradicional” contiene utensilios, aparatos, ingredientes y otras tecnologías provenientes de otros grupos sociales, sea por el intercambio de bienes o por el comercial capitalista. De manera recíproca, una cocina “moderna” incluye también, o al menos no excluye, instrumentos, tecnologías e ingredientes ‘tradicionales”. Así mismo, los cambios en las cocinas profesionales, muchas veces por mediación de revistas y programas televisivos, contribuyen a transformar el espacio doméstico de la cocina.


Cocina de Restaurante. Denver, Co. 2015

El hecho es que lo que se encuentra y se hace en una cocina sólo puede entenderse cabalmente si se toma en cuenta que ese espacio equivocadamente considerado trivial y cerrado, femenino y poco interesante, es un nodo en el que se cruzan procesos global-locales y translocales diversos: ¿cómo llegan a una cocina sea el carbón, los comales, anafres, metates y molcajetes? ¿Cómo llegan a esa otra cocina la estufa, los refrigeradores, hornos de microondas, cazuelas de hierro, woks, arroceras eléctricas, y otros más? Existen procesos productivos y comerciales globales y translocales que explican la diversidad de instrumentos, herramientas y aparatos que pueden ser usados en la cocina. Como ha ilustrado Nakano (2009, Where there are Asians There Are Rice Cookers) las arroceras eléctricas no son las mismas en todos lados. Los fabricantes han diseñado distintos aparatos según el grupo con el que se comercializan: algunos grupos prefieren el arroz más cocido, otros al dente, otros más lo cocinan con coco, etc. La comprensión del género también tiene efectos sobre las características de los aparatos domésticos, como lo han hecho ver Chabaud-Rychter (1994, “Women Users in the Design Process of a Food Robot”) y Ormond (1994, “Let’s Nuke Dinner: Discursive Practices of Gender in the Creation of a New Cooking Process) con respecto al Robot de cocina y al microondas.
  


Portada del libro sobre tecnologías culinarias (2016)

Es en este contexto que con un grupo internacional de colaboradoras y colaboradores hemos publicado ahora, en diciembre de 2015, el libro Cooking Technologies: Transformations in Culinary Practice in Mexico and Latin America (Steffan Igor ayora-Diaz, editor, Bloomsbury, 2016). Este libro examina las transformaciones en las tecnologías, técnicas, ingredientes, y distintas prácticas culinarias como efecto de transformaciones global-locales y translocales. En los distintos capítulos vemos cómo las cocinas “tradicionales” se transforman sea “modernizándose” por acciones desarrollistas que acentuando su “tradición” para responder a demandas provenientes de los consumidores turísticos globales. Otros capítulos examinan las adaptaciones culinarias que resultan de la apropiación regional de valores culinarios y gastronómicos globales, así como de las restricciones derivadas de intentos por producir una cocina regional en un contexto transnacional. Otros capítulos examinan las formas en las que lo “tradicional” y lo “moderno” se fusionan en nuevas cocinas que se plantean como representativas de elites nacionales. Los distintos capítulos examinan casos en Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, los Estados Unidos (California y Texas), Guatemala, México (Oaxaca y Yucatán), Perú, y Venezuela. Los autores provienen de instituciones mexicanas, estadounidenses y europeas: Steffan Igor AYORA-DIAZ (U. Autónoma de Yucatán), Hortensia CABALLERO ARIAS (Instituto Venezolano de Investigación Científica), Margarita Calleja PINEDO (U. de Guadalajara), Juliana DUQUE MAHECHA (Cornell U.), Jane FAJANS (Cornell U.), Lilía Fernández-Souza (U. Autónoma de Yucatán), Julián LÓPEZ GARCÍA (UNED-Madrid) y Lorenzo MARIANO JUÁREZ (U. de Extremadura), Claudia Rocío MAGAÑA GONZÁLEZ (U. de Gudalajara), Raúl Matta (U. de Paris), Mona Nicolik (Freie U. Berlín), Ramona L. PEREZ (San Diego State U.), y Anna Cristina PERTIERRA (Western Sidney U.). Contiene un Afterword por Carole COUNIHAN (Millersville U).

El libro se encuentra disponible en Bloomsbury Academic sea en versión electrónica que con cubierta dura:


También puede ser adquirido en distintas librerías virtuales como amazon. com: